Desde la siembra directa hasta la inteligencia artificial, la evolución de las máquinas transformó la forma de producir en Argentina y plantea nuevos retos para aumentar la eficiencia y la sustentabilidad del agro.
La historia reciente de la producción agropecuaria en Argentina está estrechamente ligada al desarrollo de la maquinaria agrícola. Lejos de tratarse de un proceso lineal, la incorporación de nuevas tecnologías fue marcando cambios profundos en los sistemas productivos, modificando prácticas, rendimientos y niveles de eficiencia a lo largo de las últimas décadas.
Desde la mirada técnica, no existe un único punto de inflexión, sino una serie de hitos que explican la transformación del modelo productivo. Uno de los más relevantes fue la siembra directa, incorporada masivamente a partir de la década de 1990. Este sistema significó un cambio estructural al permitir un mejor cuidado del suelo, reducir la erosión y optimizar el uso de los recursos, sentando las bases de un manejo más sustentable.
Otro avance determinante fue la generalización del uso de silobolsas a comienzos de los años 2000. Esta herramienta amplió de manera significativa la capacidad de almacenamiento en los establecimientos, otorgando mayor autonomía comercial a los productores y mejorando la conservación de los granos, en un contexto de crecimiento sostenido de la producción.
En la actualidad, el foco está puesto en la incorporación de inteligencia artificial y tecnologías de precisión aplicadas a la maquinaria agrícola. La automatización de procesos, el uso de sensores y el análisis de datos en tiempo real abren un nuevo escenario, con máquinas capaces de tomar decisiones más precisas en función de las condiciones del suelo, el cultivo y el ambiente.
Este salto tecnológico resulta clave frente a los desafíos que enfrenta el sistema agroalimentario global. Las proyecciones indican que hacia 2050 la población mundial crecerá entre 1.500 y 2.000 millones de personas, lo que demandará un aumento sustancial en la producción de alimentos. Si bien la genética ya ofrece híbridos con potenciales productivos muy elevados, alcanzar esos rendimientos en el campo requiere mejorar cada una de las etapas previas a la cosecha.
En ese sentido, la maquinaria del futuro deberá profundizar la agricultura de precisión, incorporando sensores capaces de medir nutrientes, pH, humedad, temperatura y otras variables determinantes para el desarrollo de los cultivos. La posibilidad de ubicar cada semilla en el lugar y momento adecuados, optimizar la fertilización, detectar plagas de manera temprana y reducir la compactación del suelo será clave para mejorar la productividad y la sustentabilidad.
Argentina cuenta con un entramado tecnológico que le permite posicionarse en este proceso. De hecho, estudios recientes muestran un avance del país en el ranking global de desarrollo de tecnología agrícola, aunque persiste el desafío de acelerar la adopción de estas innovaciones dentro del mercado interno para potenciar su impacto en la producción local.
En este contexto de transformación permanente, en Eduardo Lusso SA, como siempre, el productor agropecuario encuentra la más amplia gama de maquinarias agrícolas y herramientas, junto con el asesoramiento indicado para obtener los mejores resultados, acompañando cada decisión clave dentro del sistema productivo.